Día 0: La mejor hamburguesería de Baqueira

Hace unas semanas que realicé un viaje de esquí. Me gustaría recordar a modo de crónica lo que sucedió entonces; ciertos detalles, sitios de interés, lugares, anécdotas que si no dejo apuntados por escrito seguramente olvidaré... Aquí va el día 0: viaje, llegada y descubrimiento del Brooklyn.  

No recuerdo, por cierto si salimos de Madrid a las 10 o a las 11 de la mañana, pero lo que es seguro es que comimos a la salida de Huesca, en Venta de Quicena a 14 euros el menú. Regular. Por ese precio podría estar mejor, aunque los cardos que me pedí de primer plato, he de reconocer que estaban bastante buenos. Tardaron en servirnos y en traer la cuenta... Y eso es imperdonable en un bar de carretera donde se supone que vas con cierta prisa por llegar a tu destino.

Llegamos a Baqueira sobre las 6 de la tarde, llovía. Los días anteriores había nevado y aún quedaba nieve en la zona de 1500, donde nos solemos alojar. Recogimos en el hotel Montarto las llaves del apartamento. (100 euros de fianza) y allí mismo nos dieron un plano de la zona; después de encontrar los apartamentos, subimos las maletas. 

Los apartamentos Bonaigua, aunque antiguos, están bastante bien. Grandes. Dos habitaciones, un salón, y ¡dos baños! cuarto de la plancha con lavadora que no utilizamos y cocina con lavavajillas.

Lo malo: el grifo de la cocina estaba medio atascado, la luz tardaba en encender y la luz de emergencia del pasillo de los apartamentos parpadeaba como si estuviéramos en una discoteca aunque ésto último sólo nos afectaba a la hora de abrir la puerta del apartamento.

Después de subir los paquetes, fuimos a recoger el material de esquí. Decidimos guardarlo en las taquillas que están al lado del telecabina de Val de Ruda a 12 euros el día.

Intentamos después comprar algo en el supermercado Carles, pero ya habían pasado las 8 de la tarde y además era domingo. Estaba cerrado. No teníamos leche para el desayuno ni nada para cenar.

Fue así como descubrimos el Brooklyn, un lugar pequeñito donde tienen licencia para vender ciertas hamburguesas (raza nostra). Lo que más me gusto de este sitio no fue sólo la calidad de las hamburguesas, (que también) sino el trato y el ambiente. Los postres espectaculares. Caseros. Totalmente recomendable la tarta de queso. Por 15 euros o quizá menos, te pones hasta arriba. 

Una de las paredes del mini salón donde se come está decorada con un graffiti que pone Brooklyn, del que sólo pude fotografiar un trozo porque lo tenia exactamente al lado. 

Nos acostamos relativamente pronto, al día siguiente había que estar arriba, en el 1800, a las 9:45 haciendo la prueba de nivel de las clases de los chicos.